A la larga lista del no fumes, no bebas... se agrega el gran descubrimiento de la OMS que consumir carne roja procesada y la no procesada es un riesgo para la salud.
Gracias a los impuestos, a la inefable corrección política y, ahora, a la Organización Mundial de la Salud (OMS), a los seres humanos no nos va a quedar de otra que morirnos sanos, lo cual, a juicio del escribidor, es la peor forma de morir; es, simplemente, morirse de nada.
A la larga lista del no fumes, no bebas, no comas carne, y mucho menos de puerco; come frutas y verduras, no, mejor no, porque son transgénicas o las riegan con aguas negras; no tomes bebidas azucaradas (¿también las mexicanísimas aguas frescas inevitablemente endulzadas con azúcar?); el splenda, canderel, aspartame, sacarina o como se llamen producen cáncer; bájale a las calorías y a los carbohidratos, también a las proteínas; el huevo es fuente de colesterol malo; las lechugas, los rábanos y demás yerbas están contaminadas con amibas; tortas, tacos, tamales, tostadas, tortillas producen obesidad y otros muchos males más asociados; el jugo de naranja eleva la presión y el whisky la baja; no cocines en ollas y cazuelas de barro porque tienen plomo; la comida chatarra y también las botanas provocan obesidad y causan impuestos; el agua de la llave no es potable; la carne de res eleva el ácido úrico y más si la consumes con vino tinto o con cualquier otra bebida alcohólica; el café irrita el estómago y el sistema nervioso; los tés tienen más cafeína que el café; la leche de lata o en cubos de cartón no es leche y mucho menos de vaca; es muy peligroso tomar leche bronca de vaca... y así.
Bueno, decía el escribidor, a esta larga e interminable lista se agrega el gran descubrimiento de 22 expertos de la OMS de que consumir carne roja (toda, salvo la de perro) procesada y la no procesada son un riesgo para la salud, ya que podrían ser precursoras del cáncer (sobre todo el colorrectal) tal como el tabaco, el alcohol y muchas otras sustancias de la vida cotidiana consideradas así.
Ciertamente, los expertos de la OMS han dicho que son más peligrosas las carnes procesadas como el tocino, jamón, salchichas y demás delicias, y que la carne roja no procesada se vuelve más peligrosa si es asada con carbón (¿hay otra forma de cocinarla?). Dicen que José Vasconcelos o alguien de igual valía afirmaba que, en México, la cultura terminaba donde empieza el reino de la carne asada. Bien, sin ningún mérito histórico, el escribidor cree —sólo cree— que inclusive la carne asada es una forma de cultura, quizás una de las fundacionales. ¡¿Alguien imagina un mundo sin chorizo ahumado?!, por no citar la morcilla, la longaniza, el montalayo... ¡Carajo!
Hay quienes, por prescripción médica, no podemos disfrutar totalmente de esas delicias. Ni modo. Hacemos lo imposible para romper esas represas. A veces lo logramos, a veces no. Y tenemos que mentir ante nuestros médicos de cabecera. No, no he comido eso ni he bebido, decimos sin que la mentira se note en nuestras caras. Nuestros médicos lo saben y se hacen de la vista gorda. Saben que no tenemos salvación... al igual que ellos mismos.
En México, el dicho lo dice: “De gordos y tragones están llenos los panteones”. El escribidor supone que a todos los flacos los incineran...
Lo único realmente cierto es que palmariamente está demostrado que vivir es mortal. Los recién nacidos deberían traer una etiqueta que especificara: “Vivir es un riesgo para la salud”. La neta, morirse sano es un desperdicio y seguramente una gran complicación para los médicos que firman las actas de defunción. Ellos se enfrentarán irremediablemente al reglón: causa de muerte, o como diga, y si son honestos tendrían que escribir: Nada o, peor aún, salud excesiva.
Además, morirse sano acabará con la tradición del Día de Muertos: ¿qué nos van a poner de ofrenda? ¿Yerbitas contaminadas? ¿Alimento para vacas y bueyes? ¿Se eliminará el pan de muerto por azucarado?
Así, el escribidor no cree que sea políticamente incorrecto decir y escribir que le parece que tiene mayor credibilidad aquel consejo publicitario (interesado y algunos dirán que cínico) de los fabricantes de bebidas alcohólicas: “Nada con exceso, todo con medida”... no vaya a ser que un mal día de estos la bulimia deje de ser una enfermedad atroz y se convierta en una política pública de salud.
***Vía Excelsior
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